He aprendido muchas cosas de mis pacientes que me han ayudado a mantener intacta la pasión por una profesión que elegí, sin saber muy bien dónde me metía, y que cada día supone un nuevo reto.

Aprendí, por ejemplo, que la atención debe ser desde los principios y valores del paciente, desde sus circunstancias vitales; sólo desde ahí podemos ayudar a paliar su dolencia.

Aprendí a no juzgar y a dignificar a las personas, evitando etiquetas que estigmaticen y no aporten soluciones.

Trabajo con adultos y adolescentes desde un enfoque centrado en las cogniciones, emociones y acciones de las personas.